La tarde se deslizaba por las calles y los patios con una densa somnolencia, me pareció como si el tiempo se hubiese derritió y estirado, el zumbido de las moscas me molestaba, aquel sonido habría ejercido la presión justa para reventarme los nervios, pero no fue así. Subí a la azotea, mi piel; joven aún, se calentaba junto con la chatarra olvidada… oxidada. En el cielo pendían estáticas nubes secas, no había viento, ni ideas… ni nada…
jueves, 23 de junio de 2011
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