martes, 29 de septiembre de 2009

LA MUSA DEL CAFÉ

Aquella noche a diferencia de otras, el insomnio y el silencio me deseperaron, aquella noche las historias no llegaron y las letras sólo ensuciaban la blancura de la hoja. Quise disipar la ansiedad con un cigarrillo, pero no hallé más que una cajetilla bacía dentro de los bolsillos de mi viejo abrigo. Maldije.
Comprendí al instante que dentro de ésta ausencia, enclaustrado, apartado de otro cuerpo; no encontraría nada valioso. Entonces, la soledad incitó mis manos a abandonar las amarillentas teclas de la maquina de escribir para aventurarme en la búsqueda de algo suave, tibio y vivo.

El reloj marcaba la 11pm, afortunadamente ya había dejado de llover. Descolgué mi sombrero del perchero y deando la frustración tras la puerta; me interné en la silenciosa calle. Estube andando sobre los adoquines mojados hasta encontrar un lugar agradable donde pude descansar mi agitado pensamiento, llegando así al el café "lazuly" para escribir la siguiente historia:

Sentada en la barra con un vaporoso café entre las manos había una mujer joven, pareía encontrarse ausente de todo lo que sucedía a su alrededor: el bullicio de las risas y salutes, el choque de la cristaleria, la campana de la entrada, el tango que ambientaba y de mi mirada, mi mirada que comensaba a desearla...

hubo un momento que el impulso me arrojó a su lado para cortejarla, pero estando a sólo un paso de ella; la inseguridad me tomó de la mano conduciéndome discretamente al baño, y estando frente al espejo con la moral en los pies; me supe cobarde. Desee entonces, como nunca, castigarme con exceso de nicotina y alcohol.

Cubrí mis ojos bajo el ala del sombrero, y al dejar mi improvisado escondite me di cuenta que ella ya se había marchado. Lentamente camine hacia la barra para sentarme en el mismo lugar que unos segundos atrás ocupaba ella. Suspire... su aroma aún flotaba en el éter haciéndome fantasear. imaginaba su cuerpo desnudo, tibio, fragante junto al mío, y confome pasaba el tiempo; el deseo se acrecentaba en mí a cda trago de whiskey, a cada voluptuosa forma que sucaba mi mente y la hacía palpitar, sin embargo; en lo más profundo de mi corazón sentía lastima por mí, porque sabía que jamás sería merecedor del amor sincero de una mujer así.

Recuerdo que cuando avandone el café "Lazuly" aquella madrugada de 1935; soplaba el viento helado arrastrando los sonidos de un triste violín, a lo lejos; se escuchaban los perros aullando y los últimos bullicios que exhalaba alguna farra, mire a mi al rededor, vi un grupo de gatos hurgando entre la basura de la vieja plaza, aquella misma que me había visto crecer, y justo en ese momento me sentí tan solo como no creí posible.

Sabía perfectamente a donde tenía que ir para calmar la soledad...


El camino al burdel me incitaba a seguirlo y así lo hice, casi podía escuchar el llamdo de alguna "musa" que me esperaba en la cama dispuesta a darme sus caricias rodeada de delicados encajes y trasnparencias.


He de ser sincero y decir que ya extrañaba el ambiente de aquel lugar: la música que acompañaba el libre bamboleo de estrogenicas curbas, la espontánea risa femenina, la concentración de mil aromas que evaporaban los cuerpos calientes, el humo del cigarro mezclándose en el arie sensuales palabras, la contracción de un vientre, el profundo sabor de una mujer y el saberme junto a su cuerpo.

En esa ocasión me dio lo mismo si el cuerpo era oscuro o claro, delgado o no, por eso pedí la "habitación sorpresa", y al abrir la puerta no pude contener la sonrisa, pues la misma mujer que me hizo fantasear y despertó en mí aquel sentimiento tan cruel de auto-lastima; ahora estaba semidesnuda, sentada en un lujoso sillón rojizo que armonizaba con sus labios esperando mis caricias y, nada más...

FINAL ALTERNATIVO:

La iluminación de una vieja lámpara realzaba los volúmenes de su cuerpo, aflojé mi corbata y me acerque lentamente a ella con cierta reverencia, tal y como lo hice unas horas atrás en el café para ocupar su lugar. Afuera se escuchaba un delicioso blues que me incitó a levantarla para encajarme en ella, la sujeté de la caderas dirigiendo su vaivén, cerré los ojos e imaginé como me sumergía en cada uno de los huecos de su ser.

Intentaba retener en mi memoria aquel perfume para continuar fantaseando. Más finalmente la auto-lastima regresó a mí y la soledad me encontró de nuevo, derrumbado sobre la barra, justo cuando fue hora de cerrar y correr al último borracho del lugar.



miércoles, 23 de septiembre de 2009

"EL TACONEO"

Pienso que el amor es una enfermedad y, lo cierto es que hace mucho tiempo no sentía esa enfermedad con tanta potencia. La primera vez que me atacó así; usaba pantalones cortos, andaba en bici y jugaba a las canicas, sí; a esa edad me volví un completo inútil, no podía y ni quería hacer otra cosa que pensar en Lucia. Esa mujercita me enfermó a tal grado que incluso ahora, casi diez años después, me hace suspirar hondamente, sobre todo; cuando recuerdo la tarde lluviosa que volvió transparente su blusa y encendió los botones de sus blandas formas. Y aunque nunca fuimos novios, ella sin saberlo me lo dio todo de las maneras más exquisitas que pude fantasear.

Ahora al evocar esto me siento patético porque ya uso sombrero y en mi rostro el vello se ha extendido, y sin embargo; aún sigo amando de la misma manera púbera y anónima.

Ésta vez ni siquiera conozco su nombre, sólo sé que cada tercer día pasa por aquí a media noche bamboleando las caderas e irrumpiendo el silencio de la calle con cada paso. Su taconeo despierta en mí una enfermiza curiosidad que ha terminado por apoderarse de mi mente. Me pregunto: "¿A dónde se dirigen aquellas piernas a media noche?" he hecho algunas suposiciones, pienso que tal vez van al encuentro de las caricias de un amante, o rumbo al trabajo en el burdel, o quizá se trate del eco de una vida pasada, quien sabe... El hecho es que suponer ya no me basta, ¡Necesito saber la verdad!

Hoy he decidido seguirla, enciendo un cigarrillo y la espero recargado en un farol de la vieja plazoleta, me entretengo mirando el humo que exhalo hasta que atraviesa la amarillenta luz y se mezcla en la noche. Tal vez aparente tranquilidad, pero lo cierto es que nunca he estado tan nervioso como ahora.

Ojala y esto que fumo
fuera opio y no tabaco...

Me sumerjo en los sonidos de la noche como quien cierra los ojos y se dispone a escuchar una sinfonía. Yo escucho el cantar de los grillos, el agua de la fuente, el viento removiendo la hojarasca, una débil música que seguramente proviene del cercano burdel y, finalmente percibo aquello por lo cual estoy aquí: el cóncavo sonido del encuentro de los fríos adoquines y las tapas de unos tacones.

Por un momento pienso en regresar al edificio, refugiarme en mi desorganizada habitación y abrir la botella de whiskey reservada par aliviar problemas emocionales pero, no puedo, hay algo más fuerte que me impulsa a permanecer.

La miro pasar muy despreocupada frente a mí; como si fuera inmune a los peligros de estas horas. Permanezco inmóvil, como hipnotizado por la resonancia que hace su andar sobre sus blandas formas, inspiro sus perfume que se oscila entre el otoñal ambiente, observo sus zapatillas... no tienen nada de especial: color rojo, tacón delgado, punta ovalada. Doy un paso mas arriba con la mirada: lleva una falda ajustada que evidencia el borde de su ligero, su cintura es pequeña, tal vez; a fuerza de apretar la cinta de docenas de corsés desde su adolescencia.

Me creo afortunado, jamás había visto tanto derroche de belleza, pues aquí; sólo mis ojos la contemplan. Lo único que desentona en ella es un sombrero de vestir según la usanza de los caballeros, además su sombra me ha impedido mirar más arriba de aquellos rojizos labios. La curiosidad no sacia sino que crece junto con mis obseciones asfixiando mi voluntad a tirones de impulsos.

La miro dar vuelta en el callejón que conduce hacía el burdel, sonrio, dejo que la emoción se me agolpe en el pecho, "se trata de una prostituta, ésto y mi cartera facilitaran mucho las cosas" pienso.

La sigo a distancia pero sin ocultarme, a cada paso que doy siento co
mo me involucro en aquel mundo impúdico. La luz roja está encendida, la música resuena en las altas paredes, rostros sudados y satisfechos salen mientras que los anciosos como el mío y el de ella entran.

Sin perder tiempo me sumerjo en aquel espacio de cuerpos calientes y me dirijo con la encargada para solicitarle a la chica del sombrero. La madame ríe ruidosamente y me contesta: "caballero, lo que usted me pide es imposible porque ella no trabaja aquí, no es prostituta ni bailarina"

¡Demonios! Esto no lo esperaba, siento en mi estomago como si fuera de bajada en la montaña rusa.


-¿Entonces que hace aquí? -me animo a preguntar aún y cuando intuyo la decepcionante respuesta-

La encargada parece estar muy divertida con esta bochornosa situación mía, echa una mirada a su alrededor, inclina la cabeza y esbozando una picara sonrisa dice: "pues, lo mismo que usted, ya sabe... sexo comprado !supongo!".

REVISTA "ARTE ANÓNIMO



Éste proyecto fue uno de los que más tiempo, trabajo y sapiensa me ha costado y tal vez; el menos remunerado, sin embargo; "arte anónimo" también ha sido un proyecto lleno de experiencias y aprendizajes invaluables.
Ésta es la primera edición grafica que hago de una revista y creo que el resultado fue bueno. quise romper con el formato estático y monótono que la mayoría de las revistas culturales de la localidad tiene, por ello maquine una personalidad y una atmosfera visual para cada sección, el reto: dinamismo y variedad sin perder la uniformidad. La revista está pensada para los jóvenes universitarios, no sólo para que la lean; sino también para que participen en su edición con algún artículo, cuento, poesía, fotografía etc. etc.
Bueno ya no tiro más rollo y a continuación dejo una probadita de "arte anónimo" y de pasada elprimer artículo de mi sección "laboratorio de arte"