viernes, 10 de diciembre de 2010

LEO

Leo. Así debe llamarse porque afuera de su pequeño local de puertita amarilla y fachada rojo indio, hay un anuncio que dice: cortes leo.

Hoy abrí el internet menos tarde de lo normal y mientras aventaba a la calle los restantes de polvo de un simulacro de aseo; lo vi barrer muy “injundioso” su banqueta, ya le había visto hacer lo mismo antes pero, esta vez; quizá por mi estado de ánimo me centre en él…

De pronto la campana de la basura me hiso correr al baño y sacar las bolsas acumuladas por mi ensimismamiento en la red. Otorgarle los sentidos a una maquina o dejar que ella se vuelva una extensión de ellos es algo no deja de sorprenderme, casi nunca escucho aquella campana.

Los hombres que van levantando la basura son tipos grotescos en muchos sentidos, cosa que se hace más evidente cuando Leo se acerca al recolector con la camisa fajada a su delgada cintura y su pantalón libre de arrugas que desemboca sobre unos viejos pero bien boleados zapatos de vestir, sosteniendo; en cada una de sus blancas y cuidadas manos una bolsa. Los tipos de la basura le miran extrañados mientras arroja las bolsas al contenedor del camión y al fin, alguien escupe un insulto. Leo da vuelta rumbo a la estética, su rostro se devela ante mí como algo asombroso aunque sólo es un hombre de nariz fina, maquillaje y brillo de labios. Entonces es inevitable pasar frente a su local sin asomarme, lo miro viéndose al espejo ajustando algunos detalles de su cara con el meñique. En la estética hay poca luz aun y cuando hay dos grandes espejos que la intensifican, las paredes están bordeadas por un sillón y unas cuantas sillas, al fondo; hay algunas camisas colgadas sobre algo similar a un closet portátil y, coronando el centro como una cereza; una mesita roja. No sé, pero al observar aquella escena pensé en dos cosas: soledad y aceptación, y mientras cruzaba la calle rumbo al inter crecía mi admiración por Leo, que tiene las agallas para tomar la vida por un ángulo irregular, y hay va, recorriéndola a diario con su fina nariz en alto, quizá solo, quizá no, pero con su mayúscula aceptación se posee a si mismo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Algún día me voy a cortar el pelo con Leo, ¿si te había dicho?